domingo, 23 de mayo de 2010

Música antirromántica


Cruzando la calle para acceder al parque del centro de la ciudad. Mi pareja y yo pasamos por delante de uno de esos violinistas callejeros. Su música irrumpía en mis oídos excepcionalmente fuerte.

Aceleramos el paso, me agobia muchísimo esa música. Una chica con la que nos cruzamos en el parque comenzó a tararear la misma melodía del violín que entre las plantas el viento susurraba. Casi sin darnos cuenta, en todas las cabezas de los transeúntes zumbaban las mismas notas.

El paso de todas las parejas empezó a acelerarse con rumbo a ninguna parte. Todos querían salir del influjo del violín. Extrañamente, los solitarios, lejos de perturbarse por la melodía, la cantaban más y más fuerte.

Los enamorados, con un miedo irracional infundido por la música, se empezaron a agolpar, en la absurda búsqueda de contacto humano que los apaciguara. Nos rodearon, se pegaron contra nosotros mientras la reverberación cegaba mi oídos.

0 regalitos:

Publicar un comentario

Lo más leído